Los peques llevan en sus manos, cuando entran por primera vez en nuestras clases, un pequeño-gran tesoro. Un tesoro que nos confían, a sus profesores, igual que se lo confían a sus padres, para que cuidemos, protejamos y alimentemos. Un tesoro para nuestra sociedad. Pero también, y sobre todo, un tesoro, el más valioso y preciado, para ellos.